Recientemente me topé con una publicación en un grupo de Facebook donde una persona prácticamente ponía a la venta una idea del millón de dólares para resolver un problema particular sin revelar exactamente en qué consistía dicha idea.
No faltaron los comentarios de los diversos participantes del grupo en distintos tonos desde la solidaridad, pasando por tratar de dar un poco de orientación y hasta el extremo del desprecio; y no faltó quien en efecto se planteara seriamente comprar la idea no revelada; pero me quedé pensando sobre el tema; especialmente por mi proclividad para con los temas de creatividad e innovación, de invenciones y pantentes.
Recientemente me he decantado por esta línea de pensamiento donde las ideas por sí solas en principio carecen de valor y adquieren valor con la ejecución. Así, la «idea del millón de dólares» no vale nada hasta que alguien la ejecute y en efecto la lleve a convertirse en un millón de dólares. Es decir, en genral las ideas son meramente potencial. Por otro lado me gusta esta visión del dr. Jordan Peterson que toma de uno de los padres de la psicología moderna – Carl Jung – que dice que las personas no tenemos ideas, sino que son las ideas las que se apoderan de las personas.
Parte de la propuesta de la publicación que refiero consistía en contactar a alguna empresa fabricante que quisiera comprar la idea, patentarla y luego ponerla en marcha y sacarle provecho.
Conceptos básicos
En este punto tenemos varios conceptos que es necesario aclarar:
Hay una diferencia abismal entre una «simple idea» y una «idea elaborada», y todavía más en una invención. Son cosas completamente distintas.
Una simple idea
Podemos definir una idea simple como la identificación de un problema y la elaboración de una posible solución teórica. Por ejemplo, una idea simple sería resolver los accidentes de tránsito símplemente haciendo que todos los vehículos sean autónomos y se remueva el error humano. Es una idea simple que sostiene toda una dirección de la industria automovilística moderna.
Una idea más elaborada
Una idea elaborada va más allá y considera elementos adicionales; podemos pensar en una idea elaborada como el contraste, la colisión de diversas múltiples ideas sobre un tema. En nuestro ejemplo, podemos considerar las dificultades en el presente para que todos los vehículoss ean autónomos, qué significa que sean autónomos y qué tipo de esfuerzo se requiere para hacerla realidad, y bajo qué etapas. Aun así, esta idea elaborada no llega al nivel de invención.
Invención
Una invención ha tomado todas estas ideas, y las ha llevado a una conceptualización detallada de cómo hacer que suceda. Ya no es una simple idea, ni una idea elaborada, sino que articula elementos como componentes, interacciones, resultados, limitaciones, aspectos económicos, etc. Una invención también considera de forma detallada lo que conocemos como el estado del arte. Es decir – siguiendo con nuestro ejemplo – ¿Qué hemos alcanzado como humanidad en la automatización del tránsito? o cualquiera de las soluciones individuales (detección de peatones, visión computarizada, etc) que forman parte del problema y sus soluciones actuales. Así, una invención podría ser simplemente el sistema que coordina los vehículos en una ciudad; mientras que otra invención es el conjunto de sensores y la lógica que usan los vehículos para conocer su posición y trayectoria en una ciudad, etc.
El camino a la solución final
Algo que es importantísimo entender es que el trayecto de llevar una idea desde su forma simple hasta convertirse en una invención es increiblemente grande, y requiere mucho talento, disciplina y pensamiento. Y este es solo una parte del trayecto para convertir la idea en un producto o solución accionable. Usualmente no ocurre que una idea se convierta en un producto sin un equipo y sin mayor esfuerzo. Al decir esfuerzo hablamos de inversión.
¿Vamos a misa?
Para poner un ejemplo de la vida real. A mediados del 2020 en el apogeo de la pandemia, mi esposa que tiene muy buenas y valiosas ideas me planteó una. Me vendió la idea de hacer un sistema para que las iglesias católicas pudieran implementar un protocolo contra el COVID basado en reservas para ir a misa y poder cumplir con las limitaciones de aforo impuestas por el estado. Bueno, debo decir que esa idea – como suele suceder – se me quedó clavada en la cabeza. Luego de invertir muchas noches y horas de esfuerzo lanzamos en Agosto del 2020 en Costa Rica el sitio VamosAMisa.ORG donde en efecto pasamos de la «simple idea» al producto final. Hoy esta «idea» ha permitido a más de 7mil personas hacer más de 115mil reservas para misas en tres parroquias de Costa Rica de forma gratuita.
Como idea simple, era una idea que ya otras personas e incluso empresas habían tenido. La idea por sí sola no tendría mayor valor sin haber sido ejecutada. Una parte inicial importantísima es precisamente la motivación. Si pensamos que un valor que puede tener una idea simple es el de servir de base motivacional; sin embargo a la vez es necesario considerar que esa motivación es parte de la ejecución inicial de la idea. ¿Cómo vendió la idea mi esposa para que se clavara en mi cabeza y la llevara a cabo? Vender una idea es más un tema de motivación.
Elementos de valor
Al final de cuentas, ciertamente una idea es un ancla que puede conquistar el corazón de una o más personas para solucionar uno o más problemas o crear oportunidades nuevas.
Una «simple idea» debe tener el mismo valor que una semilla de naranja. Va a depender de dónde la siembres, de cómo la cuides y lo que hagas con ella.
Al contrastar esta simple idea con muchas otras tienes una idea elaborada que ha pasado la prueba de la crítica (destructiva y constructiva) y ha incorporado nuevos elementos de experiencia que le dan un poco más de valor subjetivo.
Cuando agregamos conocimiento técnico, conceptualizaciones más complejas y elementos y relaciones específicas que definen una especie de mapa de realización estamos frente a una invención. En este punto ya no es una idea simple, ni una elaborada. Una invención contiene instrucciones claras de cómo construir una solución específica más allá del estado del arte actual. Una invención ya tiene mucho recorrido de ejecución, suficiente como para tener por sí misma un valor monetario.
Finalmente el máximo valor se alcanza al crear la solución final que no es solo el producto en sí, sino todo el mercadeo, la inversión, las estructuras y procesos de venta, el soporte y el ciclo de vida del producto entre muchas otras cosas.
En este punto hablamos de una empresa, de un emprendiemiento de algo que hacemos – usualmente en equipo – que permite en efecto solucionar el problema en cuestión. Esto es a su vez una dinámica económica que tiene costos y que requiere soporte monetario de algún tipo siempre.
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